Limbo
René Valdés Cedeño
Al límite de nuestras metas, de los sueños y esperanzas, de todo lo que tuvimos y en lo adelante faltará se encuentra el ser humano meditabundo. Alejandro Lescay Hierrezuelo llega nuevamente con el ímpetu de sus años a retratar con alto grado antropocéntrico la societas de su época. Y aunque a todos nos conmueven las lecturas de los familiares semblantes uno de los mayores aciertos radica en el significado de lo que no se dice, esto es, la lectura de la imagen que no vemos. Existe en la obra del joven creador una búsqueda constante hacia el interior del individuo y las reflexiones sobre los conflictos mediados por el contexto en el cual habita. Una lucha existencialista que incita al hombre a la destrucción de lo ya dado para crear una nueva realidad. El telón de fondo no existe. Es un diálogo entre el ser y la nada que lleva por abrigo un elemento que es parte esencial de cada pieza: el título.
Limbo no trata de la inexpresión o la desidia -al contrario- es una conversación silenciosa de la vida con nosotros mismos. Existe una Línea de Silencio (2024) muy delgada que se puede romper en cualquier momento y que va transversal a las arrugas de rostros acariciados por los años y el bravo sol tropical. En la narrativa visual de la muestra, Alejandro crea su propio concepto del hombre en relación a sus circunstancias. Al igual que el artista los personajes se atreven a idear, a mirar-se, a declararse como agentes observadores del universo cotidiano y crítico del mismo, en el cual se descubre la soledad como elemento creador de contextos y regulador de realidades humanas.