El más urbano de nuestros artistas contemporáneos, al decir de Nelson Herrera Ysla, nos convida a adentrarnos en la ensoñación de una ciudad que por momentos se nos escapa, se desdibuja, se pierde, pero que sabemos intuir en su presencia magnífica y avasalladora. Ha pintado en numerosas geografías, se ha dejado seducir por las luces y movimientos de New York, Miami, Panamá, Madrid, Barcelona, Shenzhen…París, pero ninguna tan reiterada, tan estudiada en sus detalles, en su esencia, como La Habana. No sólo la ha pintado, también la ha construido. Una réplica, una pequeña muestra del serpenteante malecón fue concebido en las afueras de la galería Artis 718 para honrar ese ícono de la capital. Así, la representación del entramado citadino junto a la prolífica presencia de autos y bicicletas se vuelven leitmotiv de su obra, de su declarada fascinación por “lo habanero”, así como una vez Andy Warhol seleccionó la Coca Cola y la Sopa Campbell como símbolos de la cultura estadounidense. Luego de haber trabajado obras del neoimpresionista Georges Seurat, reconceptualizando dos de sus piezas más reconocidas, ha ido construyendo un lenguaje expresivo donde se mueve con total comodidad entre la pintura y la acuarela, diluyendo las pinceladas y esbozando las formas sin que por tal motivo pueda confundirse la alusión al lugar retratado.
Con una trayectoria artística de más de 20 años, el pintor de las ciudades podría ser también el pintor de las dualidades. Ha logrado contrastar las luces y sombras, los destellos de días iluminados y la nocturnidad de las urbes, los espacios cargados de muchedumbres o en la más completa soledad, la ciudad radiante, soleada o casi desapareciendo bajo la fuerza de aguaceros torrenciales. En todas sus obras hay un deleite al postergar el paso del tiempo y dejar para siempre en las imágenes la visualidad de tierras distantes y las de su propio entorno.
La muestra “Bronce, papel y lienzo” nos acerca a sus referentes más empleados. Los grandes formatos en esta ocasión, permiten adentrarse en el espacio, respirar la atmósfera, la bruma que envuelve el movimiento de autos viejos y renovados que transportan a cientos de personas cada día. Acostumbrado a presentar series en conjuntos monocromáticos que explotan las riquezas tonales de los amarillos, azules, verdes y magenta, se ha apropiado de un rejuego con la luz, para mostrarnos vistas no ya de esa postal turística y comercial de La Habana, sino reflexionar sobre las impresiones que le genera, con una marcada vocación anecdótica y empleando recursos del impresionismo y la abstracción, valiéndose de una amplia escala de grises.
Aunque ha reconocido que el trabajo con la acuarela resulta un ejercicio profesional exigente y demostrativo de las habilidades técnicas, se afilia a ella con asiduidad, y condicionado quizás por la tradición paisajista que enmarca a Pinar del Río como uno de los bastiones de esta vertiente de las artes visuales, se permite acceder a códigos adquiridos históricamente. Desprovistas casi en su totalidad de la presencia humana, nos ofrecen un plano más cercano, más íntimo. En ellas puede apreciarse el sistemático estudio que cual registro fotográfico, va dejando de sus andares como ciudadano. No teme a los espacios vacíos, experimenta con las composiciones, otorgándole protagonismo a aquello que para él lo concentra todo, sin detenerse en pormenores descriptivos, pero también se recrea por momentos e indaga en el tratamiento de la perspectiva, brindando una visión elaborada y realista.
Su obra anterior ha denotado vínculos con lo cinematográfico, en una relación donde la pintura se sirve del séptimo arte para continuar indagando sobre nuestra existencia en el ámbito de lo urbano. Autores como Vittorio de Sica y Federico Fellini, representantes del neorrealismo italiano, fungieron con sus obras como parcelas de investigación para proyectos curatoriales. En este sentido, las piezas escultóricas se avienen con esa tendencia de la cotidianidad, la melancolía, el compromiso con la realidad; contienen ese halo de instante detenido cual fotogramas en el filme de la vida.
La posibilidad de apreciar la obra de uno de los autores más versátiles del panorama visual cubano en la actualidad nos refiere el valor del arte para los estudios etnológicos. Luis Enrique Camejo indaga, contrasta su punto de vista una y otra vez, y conforma un terreno fértil para futuras indagaciones sobre el hombre y sus contextos.
Lic. Juliet Hechavarría Pérez
Especialista Galería René Valdés