Esta acción permitió restablecer la colección de 20 obras del Prado de las Esculturas, que fuera inaugurado en la década de los ochenta. El sitio artístico e histórico constituye una galería a cielo abierto y la colección más completa de escultura ambiental en Cuba, así como, una de las más representativas de América. Allí la creación se adapta al ambiente. La presencia de un gran número de rocas en este valle, situado en la localidad conocida como El Sapo sirvió de inspiración para que artistas cubanos y extranjeros idearan el singular espacio durante el evento Baconao 88. Algunos de los escultores que legaron sus obras fueron: Eduardo Villamizar, Guarionex Ferrer, Ramón Casas, Helen Escobedo, Caridad Ramos, entre otros.
Como colección posee un valor excepcional y es un espacio monumental-ambiental único de su tipo en Cuba y de referencia para el resto del mundo. Su importancia, y la constatación del abandono del sitio, motivaron a Caguayo a promover su rehabilitación para impedir el total deterioro de las esculturas. El proyecto permitió restablecer el valor artístico y patrimonial de las esculturas llevado a cabo por un equipo de restauración bajo la tutela del restaurador Eduardo Franco.