Toda lo creado tiene algo místico, aun cuando se presente en las más sencillas formas, lo hecho por las manos resulta mágicamente poético si el resultado final es una obra de arte. De todas, la escultura siempre me ha resultado lo más cercano a un acto de creación divina. El artista talla, moldea, forja con sus manos los disimiles contornos que en el espacio se desarrollarán; sombras y luces darán carácter, sentido al objeto, dotándolo de una personalidad que es extensión del sujeto creador, ya terminada y expuesta adquiere independencia, vida propia.