Hace ya más de un cuarto de siglo, un cuarto y un año para ser precisos, el Sistema Caguayo fue creado como alternativa para asistir al desarrollo de una arista de la cultura cubana: las artes monumentales y aplicadas. Como entidad no gubernamental, pública y sin fines de lucro, luego de afianzarse en las acciones que le fueron delegadas a través del Taller Caguayo para las Artes Monumentales y Aplicadas y su valiosa gestión para la creación de proyectos escultóricos en el ámbito nacional e internacional continuó desarrollando sus líneas de acción para apoyar la promoción del arte de la nación.
La Fundación Caguayo colabora enérgicamente en la salvaguarda y protección del patrimonio histórico, así como en el impulso de la creación artística y su difusión. Gracias a la preocupación de su principal gestor, Alberto Lescay Merencio y otros actores que la integran, se constata que el arte es un recurso valioso para el pueblo y debe ser atesorado. Las diversas expresiones culturales que se generan cuentan con el apoyo de Caguayo, siempre y cuando constituyan propuestas que mantengan en alto la identidad cultural cubana. La máxima durante veintiséis años de trabajo ha sido: preservar la cultura para salvar la nación.
De acuerdo con la Convención de la Unesco de 1972, citado en el volumen Documentos Fundamentales para el Patrimonio Cultural. Textos internacionales para su recuperación, repatriación, conservación, protección y difusión del Instituto Nacional de Cultura, el Patrimonio Cultural: “(…) se compone de aquello que a lo largo de la historia han creado los hombres de una nación, y que, en el momento presente, seguimos creando los que vivimos en la actualidad” (2007, pág. 11). Por tanto, se ha definido que: “(…) el Patrimonio Cultural lo conforman aquellos elementos sobre los que se construye o define una identidad y que esta es en realidad, la consecuencia del conocimiento, respeto, estudio y custodia de dicho patrimonio” (2007, pág. 11).
¿Y, por qué se hace preciso recordar tales argumentos? Pues, es necesario abordarlos para llegar a la esencia de una acción curatorial que se realiza con la misión de exteriorizar y compartir con el público la labor que durante años lleva a cabo la Fundación Caguayo como procuradora en la ejecución de diligencias legales para erigir una valiosa colección de arte cubano. Como en un giro temporal al pasado se revela esta compilación para recalcar la importancia social que posee esta práctica, la cual permite que se cuente con fuentes primarias para la construcción del relato artístico del arte cubano contemporáneo.
Asistir a contar la historia es la idea. Si bien, “(…) es la sociedad la que, a manera de agente activo, configura su patrimonio cultural al establecer e identificar aquellos elementos que desea valorar y que asume como propios, y los que, de manera natural se van convirtiendo en el referente de la identidad” (2007, pág. 11). Asimismo, son las instituciones, las que deben tener dentro de sus objetivos principales, asegurar la preservación de los bienes patrimoniales. Por suerte, El Sistema Caguayo entendió esto prontamente, lo cual es la principal condicionante para el deleite que propicia hoy contar con tan extensa colección de arte.
Es así que, estimular el interés por el coleccionismo es una de las prioritarias aspiraciones de esta exposición, principalmente del Coleccionismo institucional público, una de las tantas variantes que tiene la pronunciada práctica. Al ver la cuantiosa recopilación, se pueden suscitar apreciables formulaciones futuras. Este es el camino. No hay otro. Hay que generar estrategias que permitan componer otras colecciones semejantes, aunque es importante nombrar que existen en Cuba otras experiencias afines que tienen como mecenas a instituciones de similar naturaleza como la Fundación Antonio Núñez Jiménez o la Fundación Ludwig de Cuba, entre otras, así como actores naturales y externos que llevan a cabo este ejercicio en el territorio nacional. Es la única manera de salvar el arte, de apuntalar la historia. Al mismo tiempo, componer una antología como la que hoy se observa es una fuente de vida para los movimientos artísticos y sus representantes. Su legado se mantiene vivo, latente y seguro.
En la Galería René Valdés se ven por primera vez reunidas, una selección de 25 obras de un amplio universo que abriga pintura, grabado, dibujo y escultura. Reconstruye instantes de la historia de las artes plásticas cubanas. Con ella se indaga en los artistas, tendencias y movimientos culturales suscitados a través de los años. Es accesible, como tal, de forma inmediata a la vista y a la fantasía de cualquiera. Esa es la magia de erigir una colección como esta. Todo el que desee participar de ella, tendrá acceso a la misma en el futuro. Quien anhele respirar la historia, vivir una pincelada, experimentar un sueño ajeno desde la atemporalidad que posee una obra bien conservada debe acercarse.
Asisten al convite los maestros del arte cubano Antonia Eiriz, Roberto Diago, el poeta Fayad Jamís, Daniel Serra Badué, Ferrer Cabello, Miguel Ángel Botalín, Lincoln Camué, José Loreto Horruitiner, José Julián Aguilera Vicente, Pedro Arrate, Ismael Espinosa Ferrer y Lawrence Zúñiga. Especial homenaje se rinde con esta muestra al escultor René Valdés en el aniversario 105 de su natalicio que coincide en fecha con la creación del Sistema Caguayo. Sus discípulos también están presentes, Alberto Lescay Merencio y Guarionex Ferrer, continuadores de su legado. Igualmente, se exhiben piezas de los Premios Nacionales de Artes Plásticas Manuel Mendive, Nelson Domíguez, y Eduardo Roca Salazar (Choco), así como, otros artistas de reconocido prestigio internacional entre los que figuran Melvin Edwards, los escultores Marcos Flierl y Enrique Angulo, sin olvidar la representación femenina contemporánea con Julia Valdés.
Es importante señalar que la colección sobre la cual se aborda hoy ha sido parte del desarrollo progresivo de la institución. No ha existido fórmula para erigirla, ha crecido espontánea, camaleónica como la vida, como el caguayo. Solo está el deseo, la motivación, de mantener vigente la tradición.
El Sistema Caguayo hoy arriba a un año más de vida. Completa un ciclo más, esta vez en el panorama de las circunstancias actuales pero que no frenan finalmente su ímpetu para apoyar el desarrollo cultural. Dentro de sus posibilidades, Caguayo, así como el reptil que lo representa, se adapta a los diversos contextos y continuará velando por el fortalecimiento del entramado nacional. El coleccionismo institucional es una de las tantas aristas que pueden ser desarrolladas para salvar la memoria común. Solo la voluntad hace el camino.