INAUGURACIÓN

Tótem

La experiencia artística – tanto la creación como la percepción – conduce, en reiteradas ocasiones, a un espacio-tiempo de trance en el que se pierden las directas conexiones con la realidad y se armoniza con un escenario espiritual en el que solo las esencias cobran importancia. En estos casos, las visualidades, las sonoridades, los movimientos, los gestos… se convierten en una especie de puerta de acceso a un campo energético en que las razones y los sentidos estructuran momentos de ascenso.

Es entonces cuando la experiencia artística puede ser entendida como un rito. El proceso de creación y percepción de lo artístico se revela en tanto acción performática deudora de las confluencias de un sistema de símbolos. De este modo, la praxis ritual deviene vivencia de gran intensidad que aboga por legitimar la obra de arte o el hecho artístico.

Las analogías entre experiencia artística y rito conducen, necesariamente, a concebir la obra de arte como una suerte de objeto de culto, de emblema colectivo, capaz de proteger, transformar y mejorar los pensamientos y prácticas de cada individuo: tal parece que arte y tótem resultan equiparables. Tanto el uno como el otro contienen, per se, una fuerza simbólica que incide en las dinámicas socioculturales de escenarios local-globales diversos.

El artista Jorge Luis Hernández Pouyú ha comprendido y demostrado las equivalencias conceptuales entre arte y tótem. Para él, la obra de arte es un ente vivo en directa y constante conexión con la realidad social, trasmisor de saberes, energías y sentidos. Del mismo modo en que el tótem es un símbolo de veneración colectiva al que se atribuyen poderes infalibles para la protección de un grupo social, el arte existe en tanto es percibido y reconocido en la esfera colectiva, en tanto sus atributos y significados inciden en el crecimiento espiritual del hombre, en la protección de su autenticidad como ser social.

Las obras que conforman la más reciente exposición de Hernández Pouyú responden a estas pautas conceptuales. Desde el propio título de la muestra  ̶  Tótem  ̶  el artista evidencia sus potencialidades para definir y describir las líneas discursivas de su creación; aspecto fundamental para interpretar las directrices conceptuales y estéticas de un artista.

En esta exhibición, el consagrado creador continúa moviéndose sobre la línea de la abstracción  ̶  que él denomina «abstracción militante»  ̶  y sigue haciendo gala de su maestría para trabajar en obras de gran formato. Si bien es cierto que en las piezas pueden distinguirse códigos visuales correspondientes a series pictóricas anteriores, la muestra propone nuevas imágenes, de considerable fuerza visual y mayor alcance plástico.

El origen de las revelaciones, Un instante, dos instantes, la respiración, Confesiones al atroz sentimiento de ausencia, El pulso recurrente de las pasiones y Sonámbulas siluetas que me cercan en la vigilia confesional son obras que poseen una unidad cromática. El uso recurrente de pigmentos negro, amarillo, rojo y su contraste con el tono gris de la tela de lino crudo que sirve de soporte, permite a Pouyú concebir una visualidad violenta, poética, seductora y misteriosa.

Aunque la serie Los espejismos de la travesía fue concebida con la misma gama de color, las visualidades marcan otros derroteros. Sus búsquedas por representar  ̶  desde la imagen pictórica  ̶   las dificultades y obstáculos que marcan el decursar de la vida lo conducen a estructurar en cada composición dos áreas de color y textura ampliamente diferenciables. Es así como construye una interesante dualidad visual en la que intenta separar los espejismos de la realidad.

Por su parte, El disenso rompe con el convencional cuadro rectangular. A partir de la combinación de composiciones pictóricas más pequeñas el artista concibe una obra irregular donde predomina el sentido de la verticalidad.

El distanciamiento del soporte tradicional no es una novedad en las creaciones de Hernández Pouyú. Solo habría que recordar la exhibición del año 2014 Conexiones Reticulares, en la que el artista estructuró sus imágenes en soportes circulares. En este caso, la ruptura con la forma tradicional es menos radical. No obstante, conceptualmente resulta más interesante. El disenso parece un cuadro en formación: a partir de los diálogos y las contradicciones entre diversas composiciones, el artista concibe una visualidad nueva. Pouyú se auxilia de la ruptura formal para destacar la importancia y las incidencias del disenso-consenso en el desarrollo armónico del arte y la vida social.

No tengo nombre, soy tu reflejo  es una pieza desafiante, no solo por sus proporciones  ̶  200x247cm  ̶  sino por la energía que emana de su composición. Es una obra de angustias, interrogantes y sobresaltos.

Cada una de las piezas antes descritas posee una conexión directa con Espinal (Los poderes de las cosas de arriba y las de abajo), conjunto pictórico concebido a modo de instalación, destinado a ocupar el centro del espacio expositivo. La obra se compone de cuatro pinturas de más de cinco metros de altura, unidas  ̶  en la parte superior  ̶  por un soporte de madera. El conjunto forma una figura poliédrica.

La visualidad de estas obras fue gestándose paulatinamente y mucho le debe a ciertas anarquías en el proceso creativo. Durante los meses en que fueron naciendo las piezas que componen Tótem, Pouyú colocó en el piso de su estudio cuatro listones de papel, en  los que dejó fueran cayendo, arbitrariamente, colores-formas y elementos diversos. El artista transitaba, pintaba y pensaba sobre estos listones, que mucho le deben – en su concepción  ̶  a las premisas del arte procesual.

Quizás, Espinal (Los poderes de las cosas de arriba y las de abajo) pueda considerarse la síntesis estética y conceptual de la muestra. Al examinar la forma en que ha sido estructurada por el artista puede encontrarse una referencia explícita a la morfología del tótem. Su sentido de la verticalidad, la búsqueda de conexiones entre el cielo y el espacio terreno; así como su unidad cromática y armónica con el resto de las obras, devienen resumen del discurso del artista. La obra acentúa esa concepción del arte como un emblema de veneración colectiva.

Tótem es, sin dudas, una muestra de excelente factura. En ella no solo se percibe una madurez en el discurso creativo del autor, sino también un mayor alcance en la esfera de lo estético. Las obras que estructuran esta exhibición confirman el distanciamiento de Jorge Luis Hernández Pouyú de composiciones hedonistas. Su labor creativa apuesta por repensar, cada día, la naturaleza del arte y su incidencia en la esfera social.

Ada Lescay González

Noviembre, 2018

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